Cuando leí el Soliloquio Chamuyado, y a los pocos días las fértiles palabras de Adolfo López de Munain me acordé del “Por qué cantamos” del sinigual Benedetti cantado por la también genial Nacha Guevara, quien por cantar con la fuerza que lo hace, tuvo que exiliarse largos años de su (nuestro) país. Sí, se tuvo que ir por gritar la libertad, sólo por eso.
Es que el nuestro bellísimo país de ríos caudalosos, llanuras infinitas, codilleras de miles de km de longitud, con montañas de alturas irredentas, con hielos y glaciares eternos, de pampas feraces para alimentar cientos de millones de personas, de selvas tropicales con cataratas sin igual y de lagos que nos envidian, tiene la mala manía de hacer y luego destruir lo que hace, y que luego rehace, para de nuevo destruirlo, y así en un largo y permanente círculo, que como tal, es cerra-do, como lo son las líneas de los campos magnéticos. Esas líneas que se las caracteriza vectorial-mente con la expresión Div B=0. Es decir que su divergencia es nula; que no pueden tener divergencia pues esas líneas son… ¡intrínsecamente cerradas!
Así somos los argentinos en su accionar colectivo: como los campos magnéticos: líneas que se cierran sobre sí mismas. De allí nuestros fracasos –entre otros- en el fútbol; el trabajo colectivo nunca es nuestro fuerte…siempre las individualidades, los mesianismos, los hombres imprescindibles. No existe el equipo argentino, no, existe el plantel de fútbol que tiene a Messi, a Iguaín, ó a De María: brillantes goleadores individuales.
Por eso, aquellos que quieren escapar de ese destino magnético, ese destino manifiesto y cerrado se van. Como Nacha, como tantos poetas, tantos cantantes, escritores, actores, políticos, científicos, profesionales universitarios, héroes de la independencia, presidentes. Y afuera logran divergir. Para ellos esa ecuación vectorial que acá (sí acá, no el aquí que se usa en España) los encierra.
Allá, en otras latitudes donde pueden divergir en libertad, logran su plenitud.
Es que acá quedamos encerrados en un fascismo permanente que lleva más años que los que mi ya larga vida tiene, y que va mutando con distintos nombres según el conductor de turno. Tienen en común el fascio inmanente, que cual hiedra va adquiriendo diversas formas más o menos republicanas - aunque poco democráticas - y que está muy arraigado en nuestra idiosincrasia nacional. El fascio, ese haz atado que significaba la controlante y asfixiante autoridad romana.
Por eso, ese canto a la libertad que fueron los textos mencionados, ese grito en contra de los des-tinos manifiestos y desesperanzas que nos tratan de llevar las evaluadoras de riesgo, ese invento de los noventa que sólo dicen con su ampulosa frase “Riesgo País”, lo que todos sabemos desde siempre, que hay países en donde los intereses bancarios son más altos que en otros, y nada más. ¿Qué tiene eso de riesgo? Si para ellos, (sea el interés que sea) siempre obtienen ganancias siderales. Pero montados a esa infame frase, cuidadosamente inventada nos atemorizan, nos aplastan y atan con medidas desastrosas para la felicidad de los pueblos.
Fue por eso que me pegaron fuerte las palabras mencionadas y fue así que las relacioné enseguida con los bellísimos versos que nos dejara el brillante - y como buen uruguayo - sencillo poeta.
Les regalo ese, casi, himno, para levantar los ánimos y pensar que una vez más, codo a codo can-taremos.
Para todo el BIODONOSTIA,
Por JAC, desde Rosario, Argentina (y hoy, en medio de los saqueos de las gentes, a los Supermercados)
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Alguna vez en las Cataratas del Iguazú (una de las Maravillas) – “Iguazú” en Guaraní: “Agua Grande” |
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