Él también era tres en uno. Tenía esa curiosa
capacidad de resumir en su menudo cuerpo tres divinidades. Sin embargo lo de él
iba más allá de lo santo o no, por sobre todo él era humano, muy humano. Y sus
divinidades afloraban desde su piel en forma de música, poesía y bondad.
Un buen día se propuso un reto, hacer el
camino inverso de la creación: partir del hombre, de un ser hecho a su imagen y
semejanza y con esa materia intentar la formación de algo divino. Duró más que
6 días, quizá un par de años.
Finalmente lo consiguió, luego de un arduo
trabajo. Abrió las ventanas de su casa e inmediatamente Ekhi en forma de música
y poesía, se expandió por todo el amplio valle transformándolo en primavera,
aroma y dulzor.
MIS RESPUESTAS
ResponderEliminarLas tres
de la madrugada.
Que vengan
esas grandes preguntas,
que ya tengo
mis respuestas:
el viento
y la lluvia
ahí fuera,
y aquí
al lado
tu respiración.
(Karmelo C. Iribarren)