“vino llamar al vino, sobaco al sobaco, miserable al destino y al que mata llamarle de una vez asesino” (Joaquin sabina:
Inventario 1978)
¿Ustedes lo vieron? Ya no hay cojos en los telediarios, ni
sordos, ya no se asesina cobardemente a mujeres ni hay disidencia, ya nadie
esta en desacuerdo claro y rotundo.
Todos hablamos con palabras tibias, sin carga, sin apenas
sentido, no vayamos a ofender. Hablamos de minusválidos, de discapacitados auditivos
y hacemos de la perífrasis un uso tan disparatado que pierde su elegancia de
figura poética para caer en el más triste patetismo.
No nos engañemos las palabras mandan, educan y dan la vida,
nos quisieron convertir con el bombardeo
informativo en un pueblo triste, sin alegría, acobardado, y hace tiempo que nos
engañan con un lenguaje desprovisto de gracia. tan sumamente cuidadoso, tan de cogérsela
con papel de fumar, tan acomodado y sin ganas de molestar, tan perdóneme usted
si le incomodo, pero en mi humilde opinión y respetando su libertad creo que es
usted un magnifico ejemplar de macho cabrío…
Poseído por el espíritu Revertiano , pero sin ganas de
incomodarles…
Oiga usted señor: la denundia que hace su texto apunta a un "sacrilegio" que es más anciano que la palabra misma. Resulta que Miguel Angel esculpió un David completamente desnudo. La reacción provocada sobre su obra y sobre el autor obligó a que cubriera con una hoja de parra hecha en cobre dicha incidencia.
ResponderEliminarEl tiempo ha trasladado aquel bozal puesto a la expresión artística a nuestras palabras del día de hoy. Una pena.
No sé si cuadra mucho, pero añado un texto que un amigo mío -a quien considero dotado de talento- publicó en un blog en el año 2007. El título efectivamente engarza con el tema arriba propuesto, pero quizás deriva luego hacia otros derroteros. Lo que está claro es que no es lo que se dice políticamente correcto.
ResponderEliminarCOLABORADORAS SEXUALES REMUNERADAS
Encuentro nauseabundo el empeño de ciertas personas políticamente correctas para normalizar el “trabajo” de las antes putas, hoy “colaboradoras sexuales remuneradas” (o algo así). Lo más sorprendente es que muchas de estas moralistas posmodernas sean mujeres. Abogadas, sociólogas, psicólogas y orientadoras escolares que antes de abrirse de piernas ante un cliente preferirían pedir limosna a la puerta de una iglesia. Hipócritas. Deberían ser solidarias vaginal y no sólo oralmente (y de boquilla).
Si yo fuera mujer y trabajadora de verdad pondría el grito en el cielo. Una cosa es respetar a las putas como personas, pero ¿como “productoras”…? Y eso de que la mayoría de extranjeras vienen aquí engañadas es mentira cochina. ¿Cuántas canadienses, noruegas o luxemburguesas hay en España haciendo la calle? Ninguna. Todas vienen del tercer mundo (o del cuarto) porque en un día sacan aquí lo que en su país en seis meses, y sin especial cualificación.
No digo que no haya malos tratos e incluso situaciones de esclavitud, pero muchas denuncias son cara a la galería, o para salvaguardar la autoestima. Y de acuerdo con que es un problema que la sociedad “debe” solucionar. Pero nunca se llega al meollo del asunto: a las mujeres no les interesa el sexo (que si les gustara, no habría ni una puta ni media).
La prostitución degrada al cliente y a la puta. Transforma una forma de conocimiento íntimo divertida para ambas partes en algo sucio, valorable en dinero o especies.
Todo el mundo tiene su nicho ecológico. Yo no puedo ligar con Cameron Díaz. Pero tampoco puedo pagarle un polvo, que ya me gustaría porque además de estar muy buena parece divertidísima. El mundillo de productores y directores de reparto de Hollywood no es mi nicho ecológico. Mi nicho ecológico es el de los pajilleros de la tercera fila de butacas de los teatros de varietés. Yo puedo ligarme a Dolores Montevenus, comerrabos del Teatro Chino de Manolita Chen, y sin soltar un duro. Entonces, ¿por qué pagar?
Es mucho más satisfactoria una conquista trabajada. Acostarse con alguien porque le gustas y te gusta a ti aumenta la autoestima. Pagarle un polvo a Miss Guapa con Gafas 1985 puede hundirte en la miseria.
Las mujeres tienen que comprender que follar es bueno para la salud y que la caridad bien entendida empieza por una misma. Si la prostitución fuera abolida, las chicas que van vestidas como putas podrían seguir vistiéndose así sin que se indignara nadie.