jueves, 7 de noviembre de 2013

Lo éticamente político, lo políticamente correcto, lo incorrecto éticamente

“vino llamar al vino, sobaco al sobaco,  miserable al destino y al que mata llamarle de una vez asesino” (Joaquin sabina: Inventario 1978)


¿Ustedes lo vieron? Ya no hay cojos en los telediarios, ni sordos, ya no se asesina cobardemente a mujeres ni hay disidencia, ya nadie esta en desacuerdo claro y rotundo.
Todos hablamos con palabras tibias, sin carga, sin apenas sentido, no vayamos a ofender. Hablamos de minusválidos, de discapacitados auditivos y hacemos de la perífrasis un uso tan disparatado que pierde su elegancia de figura poética para caer en el más triste patetismo.
No nos engañemos las palabras mandan, educan y dan la vida, nos  quisieron convertir con el bombardeo informativo en un pueblo triste, sin alegría, acobardado, y hace tiempo que nos engañan con un lenguaje desprovisto de gracia. tan sumamente cuidadoso, tan de cogérsela con papel de fumar, tan acomodado y sin ganas de molestar, tan perdóneme usted si le incomodo, pero en mi humilde opinión y respetando su libertad creo que es usted un magnifico ejemplar de macho cabrío…

Poseído por el espíritu Revertiano , pero sin ganas de incomodarles…

sábado, 3 de agosto de 2013

La transformación de Nejludov

En otros tiempos había sido un muchacho leal y desinteresado, siempre dispuesto a entregarse de todo corazón a lo que pensaba que era el bien; hoy no era más que un egoísta refinado, un libertino que no amaba más que su placer. En otros tiempos, el mundo divino se le aparecía como un enigma que él se esforzaba en descifrar con un gozoso entusiasmo; ahora, todo en esta vida era para él simple y claro, todo lo parecía subordinado a las condiciones del medio ambiente. En otros tiempos consideraba importante y necesario la comunión con la naturaleza, con los hombres que habían vivido, pensado y sentido antes que él (filósofos y poetas); ahora consideraba necesarias e importantes las instituciones humanas y la compenetración con sus camaradas. En otros tiempos, la mujer era a sus ojos una criatura misteriosa y encantadora, que extraía su encanto de su misterio mismo; ahora, la mujer, cualquier mujer, exceptuando a sus parientes o a las mujeres de sus amigos, tenía según él un sentido muy definido: era únicamente el instrumento de un goce ya apreciado y que era el que más le agradaba. En otro tiempos no tenía necesidad alguna de dinero; apenas gastaba la tercera parte de la asignación que le entregaba su madre; podía renunciar a la herencia paterna y dársela a los campesinos; ahora hallaba insuficientes los mil quinientos rublos mensuales dados por su madre y ya había tenido con ella desagradables explicaciones sobres asuntos de dinero. En otros tiempos consideraba que su ser espiritual era su verdadero yo; ahora consideraba como su yo su ser bestial, sano y vigoroso.

Y la transformación tan profunda que se había operado en él provenía simplemente de que había abandonado su creencia en sí mismo en provecho de su creencia en los demás. Y la causa de este cambio de creencia se fundaba en que vivir creyendo en sí mismo le parecía demasiado difícil, porque para vivir creyendo en sí mismo tenía que decidirse no en favor de su yo animal, únicamente preocupado por el placer, sino casi siempre en contra de él; mientras que al vivir creyendo en los demás se ahorraba tener que decidir nada, pues todo se encontraba decidido de antemano contra su yo moral, en beneficio de su yo animal. Más aún, se creencia en sí mismo lo exponía sin cesar a la desaprobación de los hombres; creyendo por el contrario en los demás, estaba seguro de merecer el elogio de quienes lo rodeaban.


Resurreción, León Tolstoy

domingo, 17 de febrero de 2013

El paisaje de nuestro lado



Un mismo punto de vista, una misma semana, un mismo lago que llegó para quedarse más de lo esperado.

Hay días de ininterrumpido sol que nos termina agotando porque somos seres con avidez por la humedad. Llega la lluvia que se prolonga, como siempre, más de lo deseado y creemos que nos arruina los planes.

Al menos con imágenes nos ayudamos a guardar en la memoria y en nuestros rincones preciados un poco de cada momento, de cada período. Puede ser que de esa manera sean más llevaderos los días que quisiéramos cambiar a nuestro favor un paisaje. Puede ser que de esa manera apreciemos cada día lo mágico de la gama de colores que tenemos enfrente de nuestros ojos.


martes, 1 de enero de 2013

POR QUÉ CANTAMOS


Cuando leí el Soliloquio Chamuyado, y a los pocos días las fértiles palabras de Adolfo López de Munain me acordé del “Por qué cantamos” del sinigual Benedetti cantado por la también genial Nacha Guevara, quien por cantar con la fuerza que lo hace, tuvo que exiliarse largos años de su (nuestro) país. Sí, se tuvo que ir por gritar la libertad, sólo por eso.

Es que el nuestro bellísimo país de ríos caudalosos, llanuras infinitas, codilleras de miles de km de longitud, con montañas de alturas irredentas, con hielos y glaciares eternos, de pampas feraces para alimentar cientos de millones de personas, de selvas tropicales con cataratas sin igual y de lagos que nos envidian, tiene la mala manía de hacer y luego destruir lo que hace, y que luego rehace, para de nuevo destruirlo, y así en un largo y permanente círculo, que como tal, es cerra-do, como lo son las líneas de los campos magnéticos. Esas líneas que se las caracteriza vectorial-mente con la expresión Div B=0. Es decir que su divergencia es nula; que no pueden tener divergencia pues esas líneas son… ¡intrínsecamente cerradas!

Así somos los argentinos en su accionar colectivo: como los campos magnéticos: líneas que se cierran sobre sí mismas. De allí nuestros fracasos –entre otros- en el fútbol; el trabajo colectivo nunca es nuestro fuerte…siempre las individualidades, los mesianismos, los hombres imprescindibles. No existe el equipo argentino, no, existe el plantel de fútbol que tiene a Messi, a Iguaín, ó a De María: brillantes goleadores individuales.
Por eso, aquellos que quieren escapar de ese destino magnético, ese destino manifiesto y cerrado se van. Como Nacha, como tantos poetas, tantos cantantes, escritores, actores, políticos, científicos, profesionales universitarios, héroes de la independencia, presidentes. Y afuera logran divergir. Para ellos esa ecuación vectorial que acá (sí acá, no el aquí que se usa en España) los encierra.

Allá, en otras latitudes donde pueden divergir en libertad, logran su plenitud.
Es que acá quedamos encerrados en un fascismo permanente que lleva más años que los que mi ya larga vida tiene, y que va mutando con distintos nombres según el conductor de turno. Tienen en común el fascio inmanente, que cual hiedra va adquiriendo diversas formas más o menos republicanas - aunque poco democráticas - y que está muy arraigado en nuestra idiosincrasia nacional. El fascio, ese haz atado que significaba la controlante y asfixiante autoridad romana.

Por eso, ese canto a la libertad que fueron los textos mencionados, ese grito en contra de los des-tinos manifiestos y desesperanzas que nos tratan de llevar las evaluadoras de riesgo, ese invento de los noventa que sólo dicen con su ampulosa frase “Riesgo País”, lo que todos sabemos desde siempre, que hay países en donde los intereses bancarios son más altos que en otros, y nada más. ¿Qué tiene eso de riesgo? Si para ellos, (sea el interés que sea) siempre obtienen ganancias siderales. Pero montados a esa infame frase, cuidadosamente inventada nos atemorizan, nos aplastan y atan con medidas desastrosas para la felicidad de los pueblos.

Fue por eso que me pegaron fuerte las palabras mencionadas y fue así que las relacioné enseguida con los bellísimos versos que nos dejara el brillante - y como buen uruguayo - sencillo poeta.

Les regalo ese, casi, himno, para levantar los ánimos y pensar que una vez más, codo a codo can-taremos.


Para todo el BIODONOSTIA,


Por JAC, desde Rosario, Argentina (y hoy, en medio de los saqueos de las gentes, a los Supermercados)



Alguna vez en las Cataratas del Iguazú (una de las Maravillas) – “Iguazú” en Guaraní: “Agua Grande”