'Non,
je ne suis jamais seul, avec ma solitude' dice el estribillo de la canción de
George Moustaki, que por alguna razón me vino a la cabeza estando en Baker
Beach, una de las playas de San Francisco, desde donde se puede observar el
color “naranja” del Goden Gate Bridge, que por cierto, este año se cumplen 75
años de su construcción. Pongo “naranja” porque para mi es rojo, pero en todos
los documentales que he visto dicen que lo pintaron provisionalmente de un
color naranja para que el hierro no se oxidase, y que al final se quedó así,
provisional para siempre, que dirían en mi casa. La cuestión es que fui a la
playa en un día soleado precioso, y dando un paseo, cámara en mano, llegué
hasta las rocas más cercanas al puente, donde vi a un hombre sentado,
contemplando el mar, y por alguna extraña razón me vino a la cabeza esa
palabra, solitude. Me vino solitude, en francés, ni loneliness (aunque en inglés también se utiliza solitude), ni bakardadea, ni soledad.
Y entonces me puse a pensar por qué, de repente, surgió esa palabra, como
recuperada de algún rincón olvidado de mi mente. Recordé que habíamos escuchado
esa canción en clase de francés en el colegio y lo debía de tener por ahí
guardado hasta que el hombre de la roca la hizo salir a la superficie. Supongo
que el hecho de deambular por las calles de una ciudad en la que no conoces a
nadie y todo es nuevo y diferente hace que los pensamientos vayan y vengan sin orden
alguno, tanto cuando voy en el autobús o andando, contemplando las calles, el
tráfico, los “homeless”, los enormes parques, la gente haciendo footing, las
famosas casas de Alamo Square, el Transamerica Pyramid en el downtown, un bar que se llama Patxi’s!, las señales de XING que
me contó Tamara, tengo que comprar leche, las cuestas de San Francisco!...
El pasar de este ajetreo diario a estar en una playa semi-salvaje viendo el atardecer probablemente hizo aflorar ese sentimiento de soledad, pero lo cierto es que no me siento sola, con mi solitude.
qué bonitas palabras Maider!!!
ResponderEliminarY ni hablar de la foto... genial.
Vaya uno a saber por qué los pensamientos nos van y vienen así, sin el orden que uno suele darles, cuando estamos en esa "solitude" de la que hablas. Acompañados con esa solitude...
Ze polita eta erromantikoa zure posta!
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